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El silencio

Por Guillermo Pellegrini

Maestro Normal y Lic. en Ciencia Política

Salimos de casa y vemos una sociedad crispada, angustiada, apurada y agobiada. Se escuchan ruidos, gritos, discusiones y también lamentablemente, insultos y amenazas, no se escapan algunos canales de televisión, ni algunas radios. Los motivos son muchos y variados, la publicidad, el cambio de un jugador en el equipo, la telenovela, el fragor político y sindical, el piquete, el corte de una calle.

Tal vez deberíamos realizar algún ejercicio para tenernos mas piedad comenzando sigilosamente el entrenamiento en casa, en familia y después llevarlo al trabajo, al club, al parque, adonde sea.

Digamos que consiste en empezar a tomar conciencia, leer y recordar algunos conceptos, pensamientos, anécdotas y reflexiones en general, que la humanidad ha ido acumulando a través de la historia  y capitalizar así cosas nuevas que nos puedan ayudar a convivir más y mejor, de eso se trata, de educar y mejorar. De hacer un lugar donde valga la pena vivir, depende de nosotros.

Algunos dicen que es preciso perderse, golpearse, para empezar a escuchar.

Nada hay que sea tan infinitamente flexible como el silencio. Lejos este de ser una negación del sonido, es capaz de expresar la más extrema diversidad de pensamientos y emociones.

Aprender a hablar poco, lo justo y suficiente, significa en general, fuerza de voluntad, carácter templado, dominio de sí mismo y elevación del espíritu.

Simbólicamente el silencio significa: capacidad de pensar sin ruido, capacidad de volar sin alas, capacidad de caminar sin pies, capacidad de escuchar sin interrumpir, capacidad de disfrutar la flor sin robarle su aroma y sobre todo la capacidad de entrar en ti y ver tu realidad y poder saber qué necesitas; construyamos nosotros los lazos de  solidaridad y equidad, en el día a día, en el compromiso. …Mañana es tarde.

La verdad sólo se puede conocer en absoluto silencio, existen no pocos pueblos, tribus, comunidades, congregaciones, religiones, logias y hermandades en general que hacen del silencio una virtud, para el estudio, la reflexión, la meditación y la superación personal.

No solo el silencio de afuera es necesario, también el silencio interior.

Si al cerrar tus ojos, tu mente está en silencio, la puerta está abierta para conocer la realidad que te anima a vivir. Esa única realidad que llena tu ser de luz, claridad, sinergia y verdad. Se toman mejores decisiones en un marco de paz y reflexión. Trabaja mejor la sensatez, la inteligencia y la responsabilidad, es una nueva cara de la eficiencia y la eficacia temporal, en un mundo cada vez más difícil.

El antiguo caso del aprendiz, tenía una ceremonia de iniciación en silencio, después aprendizaje con disciplina hasta llegar a maestro, estos verdaderos artesanos hicieron las catedrales, castillos, palacios y barcos. De ahí surgieron los gremios.

Trata cómodamente de observar a tu alrededor, no juzgues, afloja un poco tu  afán de correr, observa de nuevo, comprende que tu vida es un tesoro, deja tus preocupaciones a un lado, no hay necesidad de llevar un equipaje pasado y pesado, ya tu corazón tiene lo que necesitas en este viaje maravilloso que es tu vida.

“Del árbol del silencio, pende la seguridad” (proverbio árabe)

El discurso corresponde a los hombres, la música a los ángeles y el silencio a los dioses. El silencio nunca cesa, es eterno.

Cuando Jesús sano al hombre enfermo, le recomendó que siguiera su camino y no contase a nadie lo que había ocurrido: “Guarda silencio”, le dijo. Esa recomendación se cristalizó en una religión, en una doctrina de la Fe, que tiene 2020 años.

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