Por Guillermo Pellegrini
Licenciado en Ciencia Política
Por lo que vemos en el día a día, vamos a necesitar en forma prioritaria muy buenos especialistas para el manejo y ordenamiento de la comunidad, pues observamos que el mundo moderno nos presenta un desafió diario y su complejidad es tal que, únicamente con equipos interdisciplinarios muy activos y operativos con niveles elevados de decisión pueden llegar a manejarlos.
Por lo tanto volvemos siempre a la misma pregunta “… cuál es el rol de la universidad en la sociedad…”. Este es un tema muy vasto, por lo que debemos focalizar el punto comenzando en tratar de saber qué es lo que la comunidad espera y necesita del universitario.
Peter Drucker, gran consultor y mercadista americano afirma que estamos en la “era del conocimiento”.
Al encontrarnos en la era del conocimiento, las universidades juegan un papel preponderante y vital, dado que a ella le toca formar el principal recurso de una sociedad, el recurso humano profesional.
Para lograr tal propósito la universidad está obligada a un cambio general, que debe iniciarse con la capacitación de sus directivos.
Es necesario lograr transformaciones profundas en la universidad, según la cumbre mundial de educación superior realizada por la UNESCO en Paris, las universidades son instituciones, en general, en manos de aficionados, ¿por qué en manos de aficionados? Porque en la mayoría de las universidades del mundo, el personal docente y administrativo no ha recibido la capacitación y la formación para desempeñar tan importante función. Hay una alta proporción de profesionales universitarios, que piensan que por tener un título están habilitados para desempeñar funciones docentes o administrativas en la universidad, sin haber recibido la formación correspondiente.
En esta era del conocimiento, la universidad no puede aspirar a formar un producto terminado, sino que debe apuntar a generar un profesional que en su información y en su formación haya aprendido a aprender.
La universidad tiene que enseñar a utilizar la “tecnología de lo obvio”, que el profesional no trate de inventar lo inventado, o de descubrir lo descubierto, que no tenga que caminar el camino ya recorrido, que aplique en su disciplina el “benchmarking”. Buscar los mejores modelos para primero tratar de igualarlos y después tratar de superarlos, para no perder el tiempo, “mañana es tarde”. Porque el conocimiento no es de quien lo crea, sino de quien lo usa.
Se debe tomar el claustro académico como el escalón para una formación global de la persona, en constante cambio que lo acompañe toda su vida no de la formación de simples técnicos, la realidad actual demanda actualización constante.
Por lo tanto la pregunta que nadie sabe responder es cuál es el “puente” entre el claustro universitario y la sociedad, pues hay una brecha muy grande, no existe la devolución del universitario a la comunidad, que le pagó los estudios durante años a través de sus contribuciones, sin mencionar los que se fueron y se van del país; como se instrumenta esa devolución. Pues se comprueba que todo lo que hace a un Magíster (2 años) y a un Doctorado (2 años más) son importantes trabajos de investigación y desarrollo que no llegan a la sociedad, quedan en el disquete, quedan archivados en la universidad. Por lo tanto nos encontramos ante otra variante más alarmante todavía, no existe el “puente” y además “de quién es la responsabilidad de que no exista”.
Pues comprobamos que no hay responsabilidad, intención, de los dirigentes políticos y del staff empresario en construir dicho “puente” y la comunidad está a la deriva, sabiendo que los elementos existen, están archivados por cientos de universitarios que se graduaron en su Maestría y en su Doctorado.
Por qué insistimos tanto en esto, pues los dirigentes políticos en general no son ni estadistas, ni académicos y tienen o deberían ser al menos “generalistas”, los políticos no tienen la formación que deberían tener para el manejo de la complejidad actual. Se debe crear la conciencia debida para que se instrumente la transferencia de los conocimientos existentes.
De eso se trata, de consolidar el “puente”, responsabilidad de la dirigencia, Responsabilidad Social Corporativa y consolidar la devolución a través de la Responsabilidad Social Universitaria.
La universidad, los universitarios y la clase dirigente política y empresarial, deben poder detectar las necesidades de la comunidad para poder trabajar mejor en el desarrollo de la misma, o sea en el Bien Común.
Para que como comunidad a través de sus organizaciones y de sus representantes predique con el ejemplo. Porque la palabra puede convencer, pero el ejemplo arrastra.
Sé el primero en comentar